Las variedades mallorquinas de cerezo: calidad de fruto y adaptación climática para la mejora genética. En el marco del proyecto de mejora genética del cerezo, coordinado por el Centro de Investigación y Tecnología Alimentaria de Aragón (CITA), el «Institut de Recerca i Formació Agroalimentària i Pesquera de les Illes Balears (IRFAP)» desarrolla una línea de trabajo centrada en la evaluación del germoplasma de cerezo de Mallorca. Esta iniciativa quiere poner en valor las variedades locales y explorar su potencial de cara al futuro, especialmente en el contexto de un clima cambiante. Precisamente por este motivo, el IRFAP colabora con el CITA en este proyecto estatal: las variedades baleares pueden ofrecer soluciones genéticas valiosas para futuros programas de mejora, con cerezos que combinan calidad de fruto y adaptación a condiciones climáticas más cálidas.
Uno de los pilares fundamentales del proyecto es el estudio de la calidad del fruto, una dimensión clave para garantizar un producto atractivo y competitivo tanto para el consumidor como para el productor. Esta tarea no se limita solo a medir el gusto o el aspecto visual de la cereza, sino que se llevan a cabo análisis físico-químicos y sensoriales rigurosos, que ofrecen una visión científica y completa de su valor organoléptico. Durante tres campañas consecutivas, se estudian los frutos de variedades tradicionales mallorquinas cultivadas en la finca de Planícia (Estellencs) como Comosa, Primerenca de Sóller, Primerenca d’Estellencs, primerenca Majoral, sa cabana Grossa, entre otras. En este proceso, se recogen datos sobre diversos aspectos. Por una parte, se miden parámetros físicos como el tamaño, el peso, la firmeza y el color del fruto. Por otras parte, se analizan parámetros químicos como el contenido en azúcar, la acidez y la relación azúcar/ácido. Finalmente, se llevará a cabo un análisis sensorial, a cargo de un jurado entrenado del CITA, que valorará el aroma, el sabor y la textura del fruto.
Estos estudios fomentan la preservación de la biodiversidad agrícola, aprovechando el potencial genético de las variedades autóctonas. Con esta colaboración, el proyecto contribuye a una agricultura más sostenible, innovadora y ligada al territorio, donde la calidad del fruto y la adaptación climática son clave para el futuro del cultivo del cerezo en las Islas Baleares.